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Creo que he simplificado la publicación de comentarios, así que animaros a hacerlo.

Acabo de publicar un cuento que escribí hace un montón de años en una editorial digital. Visitad mi stand en la tienda y coged un ejemplar electrónico (es gratis):

domingo, 6 de febrero de 2011

¿A quién votaría el asno de Buridán?

El asno de Buridán es el protagonista de un argumento contra las teorías de Jean Buridán que defendía que toda decisión se podía tomar a través de la razón ponderando argumentos objetivos. El asno en cuestión estaba situado en medio de dos montones exactamente iguales con lo que se moriría de hambre porque no era capaz de decidirse por uno de los dos.

Parecería por las entradas del blog que el único problema de la democracia es la clase política. Esta es una simplificación en la que, como buen español, he caído porque tiendo a pensar que la culpa de las cosas es siempre de los otros. Sin embargo quien decide los políticos que le van a a representar (con todas las dificultades e impedimentos que ya hemos desgranado) somos nosotros: los votantes.

En las últimas elecciones (unas de las que más participación tuvieron en la historia de la democracia española) un 24.7% de los electores no votaron y un 1.12% votó en blanco. Es decir uno de cada cuatro personas que debía decidir no supo o no quiso hacerlo.
Es evidente que la gran mayoría de los que no votaron fue simplemente por despreocupación u holgazanería, no sólo en el hecho físico de ir a votar en un domingo sino en el esfuerzo de pensar quién debería dirigir su país los próximos 4 años, ninguno de ésto sería, pues, el asno de Buridán. En este grupo están los demócratas  que prefieren que el resto de personas decidan por ellas.

Pero 3 de cada 4 ciudadanos sí decidieron a quién votar. ¿Cómo lo hicieron? ¿Cómo llegaron a la conclusión de que el partido por el que metían la papeleta en la urna era el que mejor representaba su propio, único e irrepetible pensamiento y convicciones?
La experiencia me dice que los votantes a la hora de decidir nuestro voto nos podemos agrupar en uno de estos tipos:

Votantes que pertenecen a un partido genéticamente. Estos votantes llevan grabadas las siglas de su partido en sus genes y NO PUEDEN CAMBIAR DE PARTIDO pase lo que pase. Puede parecer mentira pero si nos fijamos en las elecciones generales del año 96 el partido saliente del gobierno (PSOE) pasaba su peor momento: España no cumplía con ninguno de los requisitos para acceder a la moneda única europea, estaba descubierta una corrupción en todos los niveles de la administración del estado, tenían investigando el caso de los GAL... Pues aun así obtuvieron más de 9 millones de votos. Estos (exceptuando los que pertenecen al siguiente grupo) es evidente que votarían al mismo partido pasara lo que pasase. Votantes de este tipo los tienen todos los partidos.

Votantes agradecidos. Aquellos que han obtenido algún privilegio del partido que gobierna o que espera obtenerlo si su partido gana las elecciones. No me refiero tanto a los simples afiliados del partido (que en su mayoría pertenecerán al grupo anterior) sino a los funcionarios, asesores, contratistas... Sobre todo aquellos que perderían el privilegio obtenido si cambia el signo del gobierno. En un estado normal deberían ser pocos proporcionalmente pero en España parece ser un número considerable (aunque seguramente no contabilizado).

Estos dos grupos no deciden su voto durante la campaña sino que ya lo tienen decidido (desde siempre o desde que han obtenido el privilegio).

Votantes anti-lo que sea. Aquellos que votan por miedo a que salga un determinado partido. Por ejemplo los que pensaban que si ganaba la derecha les quitaría la pensión...

Votantes irracionales. Son aquellos que deciden su voto por criterios tan subjetivos como el candidato X tiene una pinta de sinvergüenza/borracho/ladrón..., o por criterios de popularidad (el que más le suena) y otros igual de variopintos. A este grupo pertenecerían los votantes que, por ejemplo, otorgaría escaño a Belén Esteban si se presentase.

Votantes que evalúan los programas electorales. O siguen los contenidos de los debates entre los candidatos más allá de lo anecdótico de Fulanito no ha sabido qué contestar o Con qué seguridad ha contestado (aunque haya dicho las mayores sandeces) porque realmente los partidos yo creo que ya no elaboran programas electorales como conjunto de medidas que pondrían en práctica si ganaran sino que se reducen a slogans que si los analizas no significan nada.
Este grupo, pese a lo que sería deseable, es el menos significativo. De hecho hay gente que piensa que Julio Anguita llevó a I.U. a la ruina por su obstinación en lo de ¡program, programa y programa!


Realmente es a estos tres grupos de votantes a los que se dirigen las campañas políticas (y observando los mensajes de las campañas se puede deducir la importancia de cada grupo) que son insignificantes con respecto a los dos primeros. El sistema funciona porque debido a la igualdad entre los votantes fijos de los dos partidos mayoritarios y la desproporcionalidad entre escaños y votos hace que este pequeño porcentaje de votos que se decide en la campaña resulte determinante en el resultado en escaños.

Me he enrollado y no he llegado a la conclusión que quería obtener en esta entrada: El principal problema de la democracia es que nos hacen elegir sobre temas en los que no sabemos decidir.


Os propongo que descubráis nuevos grupos de votantes. Espero esos grupos que no he descubierto.

5 comentarios:

  1. Ya me fastidia ser yo otra vez el primero que comenta tu nueva entrada, pero no lo puedo remediar, debe ser mi carácter...

    Interesante tu clasificación de los votantes, que comparto prácticamente al 100%. Probablemente, los dos primeros grupos son los más númerosos, y los que, a la postre, NO deciden el resultado electoral, ya que, aunque los motivos para votar a un partido u otro están eticamente en las antipodas, lo que es cierto es que son los más estables en cuanto a fidelidad a un partido. Los otros tres grupos, yo creo que no son muy númerosos, pues los anti o irracionales no suelen tomarse la molestia de ir a votar, y los del programa... yo por lo menos, no conozco a nadie.

    Es posible que el grupo más relevante, porque son los que cambian los resultados, sean los que cambian su voto (que los hay), o los que, en un momento dado, su opción de toda la vida deja de convencerles, y no votan. Y ahí es donde se crean las mayorías. Si a esto le unimos la peculiaridades de la ley D'Hont, pues eso: que el próximo gobierno lo decidirán, yo calculo, que aproximadamente entre 500.000 y 1.000.000 de votantes, en función de lo que hagan (o no hagan) Lo cual me lleva a la conclusión, que los partidos politicos, hacen sus discursos y sus políticas pensando en estos electores; los demás, (yo reconozco que estoy en uno de los grupos que has mencionado), preferimos obviar lo que dicen y hacen para no pasar a formar parte de los absentistas, y contribuir todavía menos de lo que ya hacemos habitualmente a formar parte de la democracia.

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  2. ¡Ignacio, no te fastidie ser mi primer y más fiel seguidor! Cuando este blog haga historia (¿?) estarás en el primer plano del mismo.
    En cuanto al comentario en sí yo creo que igual hasta ni tantos son los votos que van a decidir el gobierno (bueno ya lo veremos cuando nos dejen verlo) y desde luego son muchos menos los que cambian de sentido su voto porque la mayoría lo que hacen es no ir a votar. Yo creo que la mayor parte de los que cambian pertenecen al grupo de votantes irracionales y si te das cuenta más del 50% de la campañas va dirigida a ellos (luego serán importantes). El resto de la campaña es para contentar al primer grupo (los del ADN).

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  3. Hola,tarde pero aqui estoy.La opinion que os voy a dar ya se que no es muy politicamente correcta,pero pienso que para ser ELECTOR(NO ELEGIBLE)habria que pasar un examen de comprension escrita y oral,y ademas tener un nivel determinado de renta,o al menos,como hay una tendencia en ciertos circulos en EEUU,que aquellos que no contribuyen al mantenimiento del sistema no puedan decidir que se hace con el dinero de los que si contribuyen

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  4. ¡Eduardo me encantan las respuestas "políticamente incorrectas"! (Expresión que como oí ayer en un debate de la 2 refiriéndose a la "telebasura" todos sabemos lo que significa pero que nadie puede definir posiblemente porque para cada uno sea una cosa diferente).
    Seguro que es una opinión que generará debate.
    Mi opinión es que vincular de cualquier manera la capacidad de decisión de los electores a su posición económica o social es ir contra uno de los pilares de la democracia como es el de la igualdad.
    Otro tema es el de la capacidad intelectual para votar. Supongo que para casos extremos (de incapacidad y eso) ya estará legislado. El problema es legislar dónde se colocaría el nivel para ser aceptado como votante.
    Yo creo que mejor que hacer es exámenes es enseñar y, por desgracia, somos muchos los españoles que necesitaríamos clases de VOTO RESPONSABLE.
    El mayor peligro de la democracia no son los políticos... somos los votantes.

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  5. Estoy de acuerdo con Sebas, pero sobre todo porque yo voy más allá: cualquier sistema donde la capacidad de elegir pueda ser ponderada por diversos criterios, o simplemente que dichos criterios funcionasen como un filtro para seleccionar votantes y no votantes, creo que no es una democracia moderna. Y digo lo de moderna porque en Grecia y Roma había quien no podía votar porque no cumplía los requisitos de ciudadanía. Puedo aceptar que un sistema donde solo eligan a sus gobernantes parte de la población podría ser incluso más eficiente, pero la participación electoral tiene un componente integrador que no aparecería en sistemas más elitistas. No nos engañemos: ha habido elites, las hay y las habrá, pero si las elites excluyen a parte de la población, deberán dedicar gran parte de sus recursos económicos y de su poder para que los marginados no quieran eliminar sus privilegios a la fuerza. Ya ocurre en muchos paises donde los "inteligentes" y "exitosos" viven en jaulas de oro, porque no se atreven a relacionarse con la gente que se quedan al margen del sistema. Y que conste que yo hablo de igualdad de oportunidades y meritocracia, no de subsidiados de por vida...

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