Noticias del blog

Creo que he simplificado la publicación de comentarios, así que animaros a hacerlo.

Acabo de publicar un cuento que escribí hace un montón de años en una editorial digital. Visitad mi stand en la tienda y coged un ejemplar electrónico (es gratis):

domingo, 16 de septiembre de 2012

Busco la superación de la Democracia: Que les den... la independencia ya


Aunque creo que este debate, tan importante para definir nuestro futuro, no debería tener una carga sentimental excesiva, entiendo que el sentimiento de pertenencia, como el nombre indica, es consustancial a las divisiones geográficas y las estructuras gubernamentales.  Por tanto, yo también voy a comenzar como tú, apelando a mi sentimiento “nacionalista” (y lo pongo entre comillas porque en ningún momento pretendo envolverme en ninguna bandera que me confronte con nadie).
Por circunstancias del azar, como todo el mundo, yo nací en plena España franquista a la misma distancia de Madrid que de Barcelona, sin referentes familiares en ninguna de las dos ciudades.  Así, que ambas las conocí en los años 80, curiosamente casi a la vez, con apenas 20 años.  Ambas me deslumbraron, me parecieron impresionantes, ideales para conocerlas bien; sin embargo, mi estrechez de miras hizo que me enojara cuando me hablaban en catalán en Barcelona, porque pensaba que eso me alejaba de ella, que me hacía menos parte de los que estábamos disfrutando en aquel momento de la ciudad.  En cambio, para mí Madrid no tenía ese problema, y además en aquel momento era una realidad que nadie era extranjero en Madrid: yo participaba de la apertura al mundo que en aquel momento se vivía en toda España, y que se reflejaba en su capital del manera especial (tal vez fuese la “movida”, no lo sé, porque jamás he compartido ni cinco minutos ni con Alaska ni con nadie que dio fama a aquel movimiento)
En cambio, ya hace unos años, con los cuarenta cumplidos, y tras muchos contactos con ambas ciudades, reconozco que en Barcelona me siento a gusto (hace mucho que no me importa que me hablen en catalán), parte de la familia de mi mujer vive allí y tenemos sobrinos que han nacido allí.  He conocido bien a muchos catalanes y alguno de ellos, como Jaume, de Terrassa, creo que me consideran su amigo.  Sin embargo, hace años que cada vez me unen menos cosas con los madrileños:  los veo gente por lo general cabreados, dispuestos a insultar a los que no piensan como ellos, volviendo a una visión de España que tiene que ser folklórica y monolítica, y sin la mínima educación en algunos casos como para plantear absurdos debates en comidas de negocios realizadas en Madrid con catalanes, sobre cuestiones de las que no tienen más que información sesgada y que además, no les afecta (como por ejemplo, la “famosa” educación en castellano)  Estoy seguro de que habrá madrileños abiertos y tolerantes, pero en los últimos diez años he coincidido con pocos, lo siento.
En todo caso, lo que quiero reflejar con esta batallita, es que para mí lo importante es el sentimiento de pertenencia, y prefiero rodearme y convivir con personas que buscan integrar a los que se relacionan con ellos, bien sea de forma permanente u ocasional.  Y por ello es natural que cuando estoy con un alemán dé más importancia a mis raíces europeas, y si es chileno, a las latinas.  Si lo que busco es confrontación, puedo discutir y dejar de dirigirle la palabra a mi vecino de rellano, no necesito ir más lejos a buscar enemigos.
Ahora que ya he realizado esta larga introducción sentimental, lo importante, al menos desde mi punto de vista, es pensar que nos ha llevado a esta situación:  y, entre las múltiples causas que suelen formar parte de un problema complejo, creo que, una vez más, tenemos que destacar la ineptud ignorante y peligrosa de nuestros políticos.  Para favorecer sus intereses, no han tenido ningún empacho en enfrentar a unos con otros, y en remarcar diferencias para favorecer el sentimiento de pertenencia, contaminando todo lo que encontraban a su paso, sin pensar en las consecuencias que esta confrontación pudiera tener en el futuro, cuando el monstruo creado estuviera bajo control.  En este sentido, estoy totalmente de acuerdo con los expresado por John Carlin, un periodista inglés que no entiende tampoco esta actitud por parte de mucha gente, que por animar al Madrid o al Barça esta haciendo algo más que eso: animar a un equipo de fútbol:


Por otra parte, y volviendo a la independencia de Cataluña, en lo que todos coincidimos es que salir a la calle la cantidad de gente que salió el pasado martes no es una casualidad,  normalmente todos somos bastante reacios a movernos, aunque nos estén perjudicando notablemente a nuestros intereses.  Para semejante movilización, han tenido que confluir muchas causas, unas más recientes que otras, que han estallado literalmente en este momento.  Como hay que gente que escribe bastante mejor que yo, hay va otro link al respecto que incluye todos estos factores
En cuanto al victimismo catalán, pues nuevamente otra opinión que hago mía porque para eso está mucho mejor escrita y que comparto al 110%
Y, por último, que opino en cuanto a la posición del resto de españoles con respecto a este asunto, pues me incluyo en lo que opina la mayoría
Que conste que esta mañana, cuando me has dicho Sebas que tu entrada iba sobre este asunto, no había leído el periódico todavía, por lo que no pensaban que mi comentario estaba ya escrito en gran parte.  De cualquier manera, lo que yo le diría a cualquiera en este asunto, que estamos ante una crisis que nos obliga a buscar lo que nos une, y por tanto, que antes de buscar enemigos o culpables, pensemos que nos permite encontrar puntos de unión, como decía antes.   Y a mi no me estorban los catalanes, que conste, ni creo que yo les estorbe a ellos; otra cosa, es que si leen algún periódico de Madrid les entren ganas de salir corriendo, pero es que eso me pasa a mí también. Que conste  que el problema de dichos periódicos no es que sean de Madrid, no voy a caer en error de confrontar nada con nadie; el problema es que los que escriben solo entienden la convivencia como un sometimiento a sus ideas; supongo que en Cataluña habrá gente así también, pero como escriben en catalán, no los entiendo y no los leo, pero los repudio igual. 

sábado, 15 de septiembre de 2012

Que les den... la independencia ya

Como buen español que soy tengo que confesar que me da un poco de rubor decir que me siento orgulloso de ser español.
Me siento afortunado de haber nacido en un país heredero de una cultura como la nuestra, con sus luces y sus sombras. Que pese a estar 7 siglos en guerra con los árabes supo convivir con ellos, hasta cierto punto. Que descubrimos un continente, aunque tuviese que venir un extranjero a ponerle nombre, y en lugar de exterminar a los indígenas nos dedicamos a probar las mezclas de colores y conseguimos un arcoiris de pieles.
Me emociona cada vez que una bandera española sube a lo alto de un podio deportivo acompañada de las notas de mi himno dando sombra a españoles como Alonso, Nadal o a las distintas selecciones españolas de los deportes en los que destacamos.
Me alegra comprobar las pocas veces, por desgracia, que viajo fuera de nuestras fronteras lo afortunados que somos con nuestros horarios, nuestra comida, nuestras tapas, nuestros amigos y nuestra forma de ser en suma. Me gusta que cada dos locales uno sea un bar y no un banco.
Por mi trabajo he viajado de forma bastante continuada a la región-comunidad-país catalán y en cada viaje, tengo que reconocer que con tristeza, me he ido sintiendo cada vez un poco más fuera de mi país. Sobre todo por el idioma, pero no sólo eso, sino por una actitud cada vez más generalizada de la gente de dejar de considerarse como casi iguales a los del resto de España a pasar a considerarse superiores a los españoles. Me entristece que mi idioma, que se habla en todo el mundo, que hasta los candidatos a presidentes de EEUU lo utilicen en campaña, se esté perdiendo en lo que yo aun considero una parte de mi país.
Pero si todo esto me entristece, lo que está consiguiendo la clase política me cabrea. Están consiguiendo hacer creer a los ciudadanos catalanes que el resto de España les estamos robando. Que pagan más impuestos que nosotros y reciben menos.
Y ya me canso de explicarles que pagamos exactamente igual. Que si pagasen más, que lo dudo, sería por impuestos decretados por la Generalitat, no por el gobierno central. Y que reciben lo mismo: si se quedan en paro cobran lo mismo que yo y durante el mismo tiempo, si se ponen enfermos pagan lo mismo por los medicamentos que yo. Si lo pienso bien incluso reciben más porque si enferman en mi región les atienden y si yo enfermo en Salou no lo tengo tan claro... Según la enfermedad que tengan les van a tratar en un hospital de su región y si yo estoy muy grave me van a tener que ingresar en Madrid o Barcelona.
Y que si es cierto que en global se recaudan más impuestos en su territorio que lo que se gasta en él el estado sólo puede ser porque son más ricos que la media de España. Porque en la época de la industralización el gobierno autocrático de entonces invirtió en su territorio para colocar allí las industrias en lugar de en mi región consiguiendo que mucha población de Aragón emigrara y enriqueciera Cataluña. Pero nosotros no intentamos cobrarles esta injusticia histórica.
Así que no sé cuánto más pobres seríamos el resto de los españoles sin catalanes ni vascos, aunque estos últimos no estén de actualidad ahora, pero yo PREFIERO VIVIR EN UNA CASA MAS PEQUEÑA y pobre pero en donde todos seamos felices y nos sintamos propietarios de ella y, sobre todo, rememos todos en la misma dirección y no desconfiemos unos de otros.
Por todo ello, si para que una parte del estado español se independice del resto, es necesario que se apruebe en un referendum nacional, que sepan que tienen mi voto para ello.
Pero dejen de amenazarme con el si no jugamos con mis reglas me voy.
Lo que no voy a admitir, al menos de buen grado, es que permanezcan en España pero con unas condiciones distintas de las mías. Mientras todos seamos españoles todos debemos ser iguales. Así que café para todos sí, no sólo para los señoritos independentistas.
Lo último que deseo es necesitar el pasaporte para pasar de Fraga, tengo amigos y familia allí, pero empiezo a estar harto de siempre lo mismo.