Aunque creo que este debate, tan importante para definir nuestro futuro, no debería tener una carga sentimental excesiva, entiendo que el sentimiento de pertenencia, como el nombre indica, es consustancial a las divisiones geográficas y las estructuras gubernamentales. Por tanto, yo también voy a comenzar como tú, apelando a mi sentimiento “nacionalista” (y lo pongo entre comillas porque en ningún momento pretendo envolverme en ninguna bandera que me confronte con nadie).
Por circunstancias del azar, como todo el mundo, yo nací en plena España franquista a la misma distancia de Madrid que de Barcelona, sin referentes familiares en ninguna de las dos ciudades. Así, que ambas las conocí en los años 80, curiosamente casi a la vez, con apenas 20 años. Ambas me deslumbraron, me parecieron impresionantes, ideales para conocerlas bien; sin embargo, mi estrechez de miras hizo que me enojara cuando me hablaban en catalán en Barcelona, porque pensaba que eso me alejaba de ella, que me hacía menos parte de los que estábamos disfrutando en aquel momento de la ciudad. En cambio, para mí Madrid no tenía ese problema, y además en aquel momento era una realidad que nadie era extranjero en Madrid: yo participaba de la apertura al mundo que en aquel momento se vivía en toda España, y que se reflejaba en su capital del manera especial (tal vez fuese la “movida”, no lo sé, porque jamás he compartido ni cinco minutos ni con Alaska ni con nadie que dio fama a aquel movimiento)
En cambio, ya hace unos años, con los cuarenta cumplidos, y tras muchos contactos con ambas ciudades, reconozco que en Barcelona me siento a gusto (hace mucho que no me importa que me hablen en catalán), parte de la familia de mi mujer vive allí y tenemos sobrinos que han nacido allí. He conocido bien a muchos catalanes y alguno de ellos, como Jaume, de Terrassa, creo que me consideran su amigo. Sin embargo, hace años que cada vez me unen menos cosas con los madrileños: los veo gente por lo general cabreados, dispuestos a insultar a los que no piensan como ellos, volviendo a una visión de España que tiene que ser folklórica y monolítica, y sin la mínima educación en algunos casos como para plantear absurdos debates en comidas de negocios realizadas en Madrid con catalanes, sobre cuestiones de las que no tienen más que información sesgada y que además, no les afecta (como por ejemplo, la “famosa” educación en castellano) Estoy seguro de que habrá madrileños abiertos y tolerantes, pero en los últimos diez años he coincidido con pocos, lo siento.
En todo caso, lo que quiero reflejar con esta batallita, es que para mí lo importante es el sentimiento de pertenencia, y prefiero rodearme y convivir con personas que buscan integrar a los que se relacionan con ellos, bien sea de forma permanente u ocasional. Y por ello es natural que cuando estoy con un alemán dé más importancia a mis raíces europeas, y si es chileno, a las latinas. Si lo que busco es confrontación, puedo discutir y dejar de dirigirle la palabra a mi vecino de rellano, no necesito ir más lejos a buscar enemigos.
Ahora que ya he realizado esta larga introducción sentimental, lo importante, al menos desde mi punto de vista, es pensar que nos ha llevado a esta situación: y, entre las múltiples causas que suelen formar parte de un problema complejo, creo que, una vez más, tenemos que destacar la ineptud ignorante y peligrosa de nuestros políticos. Para favorecer sus intereses, no han tenido ningún empacho en enfrentar a unos con otros, y en remarcar diferencias para favorecer el sentimiento de pertenencia, contaminando todo lo que encontraban a su paso, sin pensar en las consecuencias que esta confrontación pudiera tener en el futuro, cuando el monstruo creado estuviera bajo control. En este sentido, estoy totalmente de acuerdo con los expresado por John Carlin, un periodista inglés que no entiende tampoco esta actitud por parte de mucha gente, que por animar al Madrid o al Barça esta haciendo algo más que eso: animar a un equipo de fútbol:
Por otra parte, y volviendo a la independencia de Cataluña, en lo que todos coincidimos es que salir a la calle la cantidad de gente que salió el pasado martes no es una casualidad, normalmente todos somos bastante reacios a movernos, aunque nos estén perjudicando notablemente a nuestros intereses. Para semejante movilización, han tenido que confluir muchas causas, unas más recientes que otras, que han estallado literalmente en este momento. Como hay que gente que escribe bastante mejor que yo, hay va otro link al respecto que incluye todos estos factores
En cuanto al victimismo catalán, pues nuevamente otra opinión que hago mía porque para eso está mucho mejor escrita y que comparto al 110%
Y, por último, que opino en cuanto a la posición del resto de españoles con respecto a este asunto, pues me incluyo en lo que opina la mayoría
Que conste que esta mañana, cuando me has dicho Sebas que tu entrada iba sobre este asunto, no había leído el periódico todavía, por lo que no pensaban que mi comentario estaba ya escrito en gran parte. De cualquier manera, lo que yo le diría a cualquiera en este asunto, que estamos ante una crisis que nos obliga a buscar lo que nos une, y por tanto, que antes de buscar enemigos o culpables, pensemos que nos permite encontrar puntos de unión, como decía antes. Y a mi no me estorban los catalanes, que conste, ni creo que yo les estorbe a ellos; otra cosa, es que si leen algún periódico de Madrid les entren ganas de salir corriendo, pero es que eso me pasa a mí también. Que conste que el problema de dichos periódicos no es que sean de Madrid, no voy a caer en error de confrontar nada con nadie; el problema es que los que escriben solo entienden la convivencia como un sometimiento a sus ideas; supongo que en Cataluña habrá gente así también, pero como escriben en catalán, no los entiendo y no los leo, pero los repudio igual.