Noticias del blog

Creo que he simplificado la publicación de comentarios, así que animaros a hacerlo.

Acabo de publicar un cuento que escribí hace un montón de años en una editorial digital. Visitad mi stand en la tienda y coged un ejemplar electrónico (es gratis):

viernes, 13 de abril de 2012

La ventaja de tener tantos concesionarios de vehículos

Esta historia no me ha ocurrido a mi, al menos en todos los detalles. Sin embargo es real como la vida misma... y la narro aquí tal y como me la contó su protagonista:

A finales del año pasado, allá por noviembre, tenía que cambiar de coche. El que tenía, un bonito coche rojo que al final resultó que no funcionaba como prometía y que estaba más tiempo en el taller que en la carretera, había terminado su vida útil y aunque traté de alargarlo todo lo posible fue peor el remedio que la enfermedad.

Recorrí los concesionarios que había en mi provincia. Comentando las visitas con mi padre me dijo que no me hacía una idea de la suerte que teníamos con poder elegir el concesionario.
Cuando él era joven sólo había uno y, aunque los que tenían coche decían que era bueno, mejor dicho, que era un concesionario paternalista, que sabía lo que necesitaban sus clientes y les vendía eso y no lo que querían, claro, porque quién sabía entonces de coches más que el concesionario, ¿no?. La verdad es que poca gente lo necesitaba y, como la mayoría no se imaginaba tener uno, pocos echaban de menos la competencia al concesionario.

Ahora es muy distinto. Todos sabemos de coches y hay competencia entre los competidores lo que nos permite elegir. Elegir entre lo que hay, ¡claro!, pero elegir al fin y al cabo.

En los concesionarios no te dejan probar los coches que venden, pero vienen tantos datos de ellos en los catálogos que te enseñan que no hace falta ni verlos para saber lo a gusto que vas a estar conduciéndolo. Aunque haya un montoncito de concesionarios que puedes visitar, de no ser que tengas unos gustos poco convencionales, la elección se centra entre dos de ellos, los que tienen los coches mejores, más bonitos y baratos.
Sobre el papel tampoco había grandes diferencias entre los vehículos que me ofrecían ambos concesionarios así que al final me decidí por el concesionario que me ofrecía el cochazo azul en gran parte porque el deportivo rojo que había tenido, que había comprado en el concesionario rival, me había salido rana.
Así que me compré el coche azul, que resultó ser el que se compró una gran mayoría de los compradores casi compulsivamente. Mucho de ellos sin mirar el catálogo, como hice yo.

Nos dijeron que necesitarían 100 días para entregárnoslo y esperamos. Y cuando nos lo dieron no se parecía en absoluto a lo que nos habían enseñado en el catálogo.
Protesté por ello (supongo que no sería el único) pero me dijeron:
  1. No es el coche que necesitabas.
  2. Gasta mucho.
  3. Es demasiado rápido y peligroso.
  4. Te resultaría incómodo.
Y además, añadieron, nos han dicho en fábrica que con la materia prima que ha quedado después de pasar la fábrica de coches rojos, no se podían fabricar los cochazos azules.

Quizás debería haberlo devuelto pero no sabía cómo. Así que, como lo había pagado por adelantado, me lo quedé.
Los del concesionario de los coche rojos me convencieron a mi y a unos cuantos que lo que había hecho con nosotros el concesionario azul no tenía nombre y tendríamos que protestar. Así que estuvinos todo un día paseándonos con pancartas, unas graciosas otras insultantes, por delante del concesionario.
Los vendedores desde dentro alucinaban con nuestra actitud. No sabían en qué les perjudicaba nuestra protesta. Al fin y al cabo no tenían que vender más coches en los próximos 4 años. Si la situación económica hubiera sido otra mi patrono se hubiera enfadado por perder un día de trabajo por algo de lo que él no era en absoluto culpable, pero en la actual situación estaba dando palmas con las orejas por ahorrarse un día de mi salario.

Así que circulo con mi utilitario azul deseando, ¡encima!, que tenga razón el concesionario y sea el que necesito.

Pero saben ustedes qué es lo más triste de esta historia:

Lo más triste es que dentro de 4 años, cuando vuelva a necesitar coche, me dejaré engañar otra vez por los catálogos del concesionario. Y lo que es peor, si al final me convenzo de que era el coche que necesitaba, igual hasta repito el color.

1 comentario: