Noticias del blog

Creo que he simplificado la publicación de comentarios, así que animaros a hacerlo.

Acabo de publicar un cuento que escribí hace un montón de años en una editorial digital. Visitad mi stand en la tienda y coged un ejemplar electrónico (es gratis):

domingo, 27 de marzo de 2011

Ganar las elecciones. ¿Es necesario?

La semana que viene se publica de forma oficial la convocatoria de las elecciones a los ayuntamientos y  las comunidades autónomas que no tienen la cafeína suficiente en su café para convocarlas cuando quieran. Con ello se da el pistoletazo oficial de salida a una carrera que ya llevamos demasiado tiempo viendo: la campaña electoral (sí ya sé que para que comience oficialmente aún debe pasar más de un mes).
Imagen tomada del blog noveolagracia 
La campaña electoral, cada vez más, me da la impresión de ser una loca carrera sin normas entre los partidos políticos cuyo resultado final se mide por la cantidad de votos obtenidos por cada uno, en lugar de ser un tiempo para explicar las opciones que cada uno defenderá si sale elegido: el famoso programa electoral que, estas elecciones, me he propuesto buscar en los partidos principales para desechar o corroborar la idea que tengo de que se han convertido en una entelequia. Vamos que no existen.
La pregunta que me hago en cada elección es ¿qué debemos de esperar de un partido político, que gane las elecciones adaptando, por tanto sus ideas a las de una mayoría de los votantes (en el mejor de los casos) o defender su ideario y obtener el número de votos que correspondan a esa franja de pensamiento en el electorado?
¿Veremos carteles como el de Ciutadans en nuestra campaña?
Si respondemos afirmativamente a la primera opción nos podría conducir a un sistema de partido único o, para mantener las apariencias, a un bipartidismo (igual casi estamos ya allí) donde cada partido pondría al principio de su ideario la contundente frase de Groucho Marx: Estos son mis principios, si no les gustan tengo otros.
No sería más democrático que en nuestro Parlamento, sede del Poder Legislativo, existieran toda la gama de colores ideológicos para que tuviéramos una verdadera oportunidad de elegir entre azul, rojo, amarillo o naranja en lugar de tener que optar entre el gris ceniza o el gris plomo.
Ya sé que vais a alegar que un país con muchos partidos políticos es ingobernable, como Italia, y yo creo que esa afirmación es cierta (le he aplicado la máquina de la verdad que tienen las televisiones así que debe ser verdaderamente cierta). Pero también creo que, como la propia frase dice, es cierto para el gobierno, o sea el Poder Ejecutivo, no el Parlamento.

Así que mi proposición es: tener una variedad mayor de partidos entre los que elegir. Todos ellos con un ideario, es decir un documento más estable que un programa electoral, claro, conocible por todos y vinculante, entre los que se elegirían los diputados y/o senadores, que no tengo muy claro cuál es el papel de estos últimos en nuestro  Estado.
Y elegir directamente a nuestro Presidente del Gobierno, por mayoría a dos vueltas como en muchos países, y a sus ministros (no por separado sino conjuntamente, claro) y a ser posible que no pertenezcan a ningún partido político.

domingo, 13 de marzo de 2011

¿Todos queremos café?

Hay afirmaciones que todo el mundo acepta como verdaderas como si fueran dogmas de fé. Cuando uno come en un restaurante, después de los postres qué nos pregunta el camarero: ¿Tomarán cafés? Es un dogma de fé, después de comer sólo se puede tomar café y, si se tiene bastante tiempo, copas o chupitos.
Voy a contar una anécdota de una de mis hermanas (seguidora del blog). A ella, a sus 14 años más o menos, no le gustaba nada el café se echara el azúcar que se echara. ¿Qué hizo? Fue acostumbrándose a él tomando leche con unas gotas de café, al principio, y fue subiendo la proporción del negro sobre el blanco hasta que, en la actualidad, ya lo toma solo (todavía con azúcar) con la mayor normalidad.
No se planteó en ningún momento que no tenía necesidad de tomar café después de comer si lo que le apetecía era tomar leche o no tomar nada.

Algo parecido ha ocurrido en España. La mejor forma de gobierno son las Autonomías y esto no admite ninguna discusión. El término centralista es intrínsecamente malo, en España es prácticamente sinónimo de fascista.

A principio del invierno surgió un ligero debate sobre la conveniencia de esta forma de gobierno propiciada por nuestro anterior presidente de gobierno sr. Aznar al cual le parecían económicamente insostenibles. O sea caras. Pero por supuesto no malas. Lo único que se planteaba es que igual no las podíamos pagar, no que igual no las necesitábamos.
Casi al instantes surgió el coro de voces que proclamó los dogmas de fé (verdades que son ciertas aunque no puedan ser demostradas) de las autonomías: acercan el gobierno al pueblo, son las responsables del desarrollo de las provincias...
Y los nacionalistas dieron un paso más, acuñaron el eslogan de que el problema es que se dio café para todos, es decir, las autonomías se concibieron como un juguete caro sólo para las manos de unos pocos y ahora todos se han puesto a jugar con él.

Como la autonomía de las regiones/naciones es la repera cuantas más cosas tengamos transferidas a estos entes mejor. Es una consecuencia del axioma anterior y la demostración es innecesaria por evidente.
Ignacio dice de mí, posiblemente con razón, que soy muy cartesiano y, en mi educación cartesiana, me enseñaron que para demostrar la verdad de una afirmación hay que hacerlo para todos sus casos pero para demostrar la falsedad sólo hay que encontrar un caso que no lo cumpla.
Así que, sólo para pensar que quizás deberíamos haber pensado un poco más antes de liarnos a transferir competencias a las autonomías, voy a contar una historia llegada a mis oídos a través de un farmacéutico, gremio que, los que me conozcan saben que estoy relacionado indirectamente, y que si bien no he podido encontrar en ningún periódico como tal sí que había leído noticias de las que indirectamente se podía colegir este hecho.

Se refiere a las recetas electrónicas. Instrumento que va a permitir una comunicación más directa y libre de errores en el circuito de las recetas médicas desde que las prescribe el médico hasta que el enfermo se las toma. Algo cojonudo porque, además de mejorar el servicio para el paciente, ahorrará dinero al estado.
Como la sanidad se encuentra transferida a las comunidades autónomas cada una de ellas (no sé si todas pero sí las que lo han ido implementando) gasta sus recursos en estudios y desarrollos para la implantación de esta novedad en su territorio.
Ahora bien, la ventaja definitiva de este avance es que con nuestra receta electrónica podamos comprar nuestros medicamentos en cualquier parte del territorio español (mejor sería en el territorio europeo pero eso es ya una utopía en la que, no obstante, creo que también se está trabajando), por lo que el gobierno de España se encarga de destinar recursos (o sea gastar) al estudio y desarrollo de los sistemas que permitan intercomunicarse los diferentes sistemas de recetas electrónicas que funcionan (o funcionarán) en cada una de las comunidades.

EN RESUMEN: para implementar este sistema hemos pagado varias veces el mismo desarrollo (uno por cada comunidad que lo haya desarrollado) más un desarrollo adicional para compatibilizar todas las soluciones que cada territorio ha desarrollado por su cuenta. En lugar de haber desarrollado un único sistema que hubiera sido algo más complejo que cada uno de los desarrollados por cada comunidad pero hubiera sido común y, por tanto, funcional en todo el estado español.

¿Cuál de las dos soluciones hubiera sido mejor? ¿Cuál hubiera sido más barata? ¿La autonomista o la centralista?

martes, 8 de marzo de 2011

A punto de superar la democracia

El sábado (festivo en Zaragoza) estuvimos cenando un grupo de sesudos pensadores y grandes filósofos y yo.
Uno de los participantes de esa cena, lector, me asegura, del blog aunque no asiduo partipante, nos adelantó, en auténtica primicia, que él había pensado una forma de SUPERAR nuestra actual DEMOCRACIA objeto principal de este foro, aunque algunas entradas se hayan marchado por los Cerros de Ubeda (culpa por supuesto del moderador y no de los participantes).
Así que, ansioso, animo al seguidor en cuestión que abandone su timidez y deje de escudarse en su, por otra parte real, agobio de trabajo y dedique unos minutos de su tiempo a compartir su idea...
¡Ahí tienes el papel!

martes, 1 de marzo de 2011

Mi voto en las próximas elecciones será 4-4-2

Este fin de semana he estado fuera de servicio debido a un catarro que se ha venido conmigo de las verdes tierras del Principado de Asturias donde (motivos de trabajo, no creáis, aunque ha habido tiempo de echar unas sidriñas) he pasado la semana anterior.
Allí es donde oí la noticia de un equipo de fútbol de  su segunda regional, el TKGoal.com con sus jugadores de verdad, su entrenador de verdad, sus patadas de verdad... pero con un montón de e-managers, entrenadores virtuales (más de 900 cuando oí la noticia), que son los que deciden la estrategia, las alineaciones, los cambios, etc. De momento están en la segunda regional pero su pretensión es ir ascendiendo (de momento van muy bien clasificados) y no ponen techo a sus esperanzas.

Como experimento o diversión está muy bien. Quizás como negocio web esté fenomenal. ¿Pero se imagina alguien al Madrid o al Barça dirigidos por los cibernautas? Y es que, aunque de fútbol sepamos todos, ya lo dice el refrán zapatero a tus zapatos (sin doble sentido, lo juro).

¿Y si extrapolamos la idea de los e-managers por ejemplo para decidir la carga de trabajo de las centrales eléctricas del país? Leed las instrucciones de participación en el equipo de fútbol. ¿Si una mayoría decide parar una central nuclear el fin de semana por qué no la vamos a parar?

La respuesta es simple: porque no tenemos ni idea de cómo funciona una central nuclear ni las consecuencias de arrancarla o pararla. Por eso hay técnicos que deciden este tipo de cosas (en las centrales nucleares y en los equipos de fútbol).

¿Y qué tiene esto que ver con el blog?
Muy simple. Cada vez que votamos nos piden que elijamos una opción para gobernar nuestro país/región/ciudad. Que elijamos la mejor alineación para el equipo.
Pero no sabemos de economía como para saber si el ayuntamiento está en bancarrota o saneado, si las obras que se han hecho han sido caras o un regalo (o un regalo para alguien).
Nos tenemos que fiar para tomar la decisión (si es que pertenecemos a alguno de los grupos de votantes que decide su voto) o bien de los que gobiernan las instituciones, muchas veces con campañas propagandísticas que además pagamos entre todos y que tendrían que estar mucho más fiscalizadas, o bien de los que están en la oposición, o bien, y éste debería ser el medio preferido, del llamado 4º poder de la democracia: los medios de comunicación.
Estos medios de comunicación, que sí deberían tener especialistas en los diferentes temas y no tertulianos que, como los políticos a los que critican, valen para todo, que deberían exponer lo más objetivamente posible los resultados de la acción de gobierno en palabras que podamos entender la mayoría de los ciudadanos que así podremos elegir la forma de gobierno que verdaderamente se asemeje a nuestra forma de pensar.
¿Pero son los medios de comunicación que tenemos independientes y capaces para suministrarnos esta información? Si la respuesta a esta pregunta es no entonces tenemos un verdadero problema en nuestra democracia: tenemos que elegir con los ojos cerrados.