Hay afirmaciones que todo el mundo acepta como verdaderas como si fueran dogmas de fé. Cuando uno come en un restaurante, después de los postres qué nos pregunta el camarero: ¿Tomarán cafés? Es un dogma de fé, después de comer sólo se puede tomar café y, si se tiene bastante tiempo, copas o chupitos.
Voy a contar una anécdota de una de mis hermanas (seguidora del blog). A ella, a sus 14 años más o menos, no le gustaba nada el café se echara el azúcar que se echara. ¿Qué hizo? Fue acostumbrándose a él tomando leche con unas gotas de café, al principio, y fue subiendo la proporción del negro sobre el blanco hasta que, en la actualidad, ya lo toma solo (todavía con azúcar) con la mayor normalidad.
No se planteó en ningún momento que no tenía necesidad de tomar café después de comer si lo que le apetecía era tomar leche o no tomar nada.
Algo parecido ha ocurrido en España. La mejor forma de gobierno son las Autonomías y esto no admite ninguna discusión. El término centralista es intrínsecamente malo, en España es prácticamente sinónimo de fascista.
A principio del invierno surgió un ligero debate sobre la conveniencia de esta forma de gobierno propiciada por nuestro anterior presidente de gobierno sr. Aznar al cual le parecían económicamente insostenibles. O sea caras. Pero por supuesto no malas. Lo único que se planteaba es que igual no las podíamos pagar, no que igual no las necesitábamos.
Casi al instantes surgió el coro de voces que proclamó los dogmas de fé (verdades que son ciertas aunque no puedan ser demostradas) de las autonomías: acercan el gobierno al pueblo, son las responsables del desarrollo de las provincias...
Y los nacionalistas dieron un paso más, acuñaron el eslogan de que el problema es que se dio café para todos, es decir, las autonomías se concibieron como un juguete caro sólo para las manos de unos pocos y ahora todos se han puesto a jugar con él.
Como la autonomía de las regiones/naciones es la repera cuantas más cosas tengamos transferidas a estos entes mejor. Es una consecuencia del axioma anterior y la demostración es innecesaria por evidente.
Ignacio dice de mí, posiblemente con razón, que soy muy cartesiano y, en mi educación cartesiana, me enseñaron que para demostrar la verdad de una afirmación hay que hacerlo para todos sus casos pero para demostrar la falsedad sólo hay que encontrar un caso que no lo cumpla.
Así que, sólo para pensar que quizás deberíamos haber pensado un poco más antes de liarnos a transferir competencias a las autonomías, voy a contar una historia llegada a mis oídos a través de un farmacéutico, gremio que, los que me conozcan saben que estoy relacionado indirectamente, y que si bien no he podido encontrar en ningún periódico como tal sí que había leído noticias de las que indirectamente se podía colegir este hecho.
Se refiere a las recetas electrónicas. Instrumento que va a permitir una comunicación más directa y libre de errores en el circuito de las recetas médicas desde que las prescribe el médico hasta que el enfermo se las toma. Algo cojonudo porque, además de mejorar el servicio para el paciente, ahorrará dinero al estado.
Como la sanidad se encuentra transferida a las comunidades autónomas cada una de ellas (no sé si todas pero sí las que lo han ido implementando) gasta sus recursos en estudios y desarrollos para la implantación de esta novedad en su territorio.
Ahora bien, la ventaja definitiva de este avance es que con nuestra receta electrónica podamos comprar nuestros medicamentos en cualquier parte del territorio español (mejor sería en el territorio europeo pero eso es ya una utopía en la que, no obstante, creo que también se está trabajando), por lo que el gobierno de España se encarga de destinar recursos (o sea gastar) al estudio y desarrollo de los sistemas que permitan intercomunicarse los diferentes sistemas de recetas electrónicas que funcionan (o funcionarán) en cada una de las comunidades.
EN RESUMEN: para implementar este sistema hemos pagado varias veces el mismo desarrollo (uno por cada comunidad que lo haya desarrollado) más un desarrollo adicional para compatibilizar todas las soluciones que cada territorio ha desarrollado por su cuenta. En lugar de haber desarrollado un único sistema que hubiera sido algo más complejo que cada uno de los desarrollados por cada comunidad pero hubiera sido común y, por tanto, funcional en todo el estado español.
¿Cuál de las dos soluciones hubiera sido mejor? ¿Cuál hubiera sido más barata? ¿La autonomista o la centralista?
No creo, Sebas, que la pregunta sea ¿Cuál de las dos opciones sería más barata? Yo creo que la cuestión es más profunda: ¿cúal de las dos queremos? Entiendo que, como al Sr. Aznar, la crisis económica, nos está llevando a plantearnos muchas las cuestiones (creo que, a veces, demasiadas), en términos económicos, o incluso, yo diría que de gasto, lo que supone una visión todavía más límitada que la que se refiere a los aspectos financieros de la organización territorial.
ResponderEliminarY aquí es donde el debate se envenena, porque cualquier cuestionamiento de las autonomías es acusado inmediatamente de centralista por parte de los que nos ha ido nada mal este tinglado de centralista. Este bloque ahora en precampaña, le llaman “pensar en Aragón”, y yo me pregunto: ¿cómo se hace eso? ¿y tan importante es para todo? Si mañana me quedo en el paro, ¿pienso en Aragón y ya está resuelto?. Si quiero un colegio mejor para mis hijos, ¿pienso en Aragón y ya lo tengo? Si mi mujer, como autónoma, necesita financiación de los bancos, ¿piensa en Aragón y la consigue…?
En el otro bando tenemos a los del “despilfarro” por naturaleza, a los nietos de los extraperlistas y de los responsables del movimiento, que tenían claro que el Estado (o la Nación con mayúscula) es lo mejor para tener todo “atado y bien atado”, y sobre todo cuando la familia de uno goza de los favores del régimen. A su favor tienen que, probablemente, es cierto que era mejor tener solo un gobernador civil (o tres, en el caso de Aragón), que un presidente, unas cortes, etc., etc.; pero, en su contra, tienen que hace 30 años los españoles que entonces podían votar decidieron aprobar un titulo VIII de la Constitución que desarrollaba una organización territorial nueva. Además, en cuanto a despilfarro, la deuda actual de los organismos públicos supone el 11,5% del PIB. Es verdad que es muy alta, pero ¿no hay muchas familias cuya deuda supera ese porcentaje respecto al total de su patrimonio?
Yo vuelvo al mismo planteamiento que en otras ocasiones: cambiar el modelo es improbable, porque requiere mayorías que no son alcanzables a corto plazo, debido a que esta dialéctica les interesa a los dos únicos partidos que tienen capacidad para realizar el cambio. Así que, a informarse y a decidir en consecuencia. Tenemos en Zaragoza unas elecciones municipales en apenas 2 meses, y hay un asunto importante que, teóricamente, deberá resolverse en la próxima legislatura: ¿Qué pasa con el tranvía? Pues valoremos las opciones de cada partido, y, en función de nuestros intereses, elijamos la que más nos guste. Y no solo por criterios económicos, que ese es solamente una parte del problema: ¿lo usaría si existiera? ¿es mejor el metro? ¿desmantelamos el que ya está, que a mi lo que gusta es el coche? Y, sobre todo, exijamos a nuestros políticos que, demagogias, las justas: no digas que vas a cambiar un trazado sin saber que cuesta 40 millones de euros; o no digas que vas a hacer otro tranvía este – oeste, cuando tienes la posibilidad de fomentar el uso de una línea de tren que ya está atravesando Zaragoza en la misma dirección.
Yo siempre tomo café después de comer, pero existe el té, la manzanilla, el poleo-menta…, o simplemente, nada. Los “cafeteros” no debemos ser excluyentes, siempre que los demás puedan elegir otras opciones que no nos afecten a nosotros.
Creo entender, pues, que en lo fundamental estás de acuerdo con el planteamiento.
ResponderEliminarLa Constitución abría la posibilidad de que los territorios que así lo deseaban se gobernasen autónomamente. Yo tengo claro que en el momento que una parte del territorio lo escogía el resto de los españoles, que si hay algo que nos una ouede ser la envidia, lo iba a querer también sin pararse a pensar en qué ventajas nos iba a deparar.
Peerdona pero se me ha termnado la batería en el portátil en el que te estaba contestando y se me ha ido la idea que te estaba diciendo.
Lo que sí me acuerdo es del tema de la comparación de la deuda del Estado con la deuda de una familia. Hay que pensar que una familia normalmente sólo se compra un piso para vivir en él mientras que el estado debería estar continuamente gastando, por lo que no es comparable.
Cuando me acuerde del resto de los argumentos ya te contesto...