No soy aficionado al fútbol. Es un deporte que me aburre verlo y que nunca he sido habilidoso para practicarlo. Además creo que la final de la Copa del Rey de este año ha estado falta de emoción por la superioridad demostrada por uno de los dos equipos, pero he de confesar que no la he visto, así que hablo de oídas.
Lo que sí que vi fueron los prolegómenos del partido y la pitada al himno español.
Me parece lamentable este espectáculo que cada vez que llegan a la final de la competición dos equipos de los llamados nacionalismos históricos se viene repitiendo.
Ya creo haber expresado en otras entradas mi sentimiento de vergüenza hacia el pensamiento progresista de mi país que viene identificando estos símbolos de identidad española, bandera e himno sobre todo, no ya con conservadurismo sino con fascismo. Créanme que siente verdadera envidia, no sólo la sana que no existe (ver mi anterior entrada) sino la mala, la que carcome, cuando veo mítines de partidos políticos de la izquierda francesa presididos por su bandera tricolor, la de todos los franceses, y encabezados por su Marsellesa.
Yo me siento orgulloso de ser español y no sólo cuando gana nuestra selección de fútbol, que yo creía que se llamaba española pero parece ser que es más políticamente correcta llamarla la Roja, y siento esas notas sin letra de la Marcha Real o Granadera como mi himno. Por eso no entiendo que todo el mundo se rasgue las vestiduras cuando un grupo minoritario de aficionados destalentados insulten a un jugador de raza negra, actitud que considero despreciable y perseguible que quede claro, y llegue a ser sancionado el club al que pertenecen esos aficionados y no pase nada cuando una amplia mayoría de los aficionados nos insultan a todos los ciudadanos del país menospreciando uno de nuestros símbolos.
Eso no es libertad de expresión, como tampoco lo pueden ser los insultos xenófobos.
En los días previos había oído algunas noticias contradictorias con lo posibilidad o no de catalogar estos hechos como delitos.
No me podía creer que una Constitución como la española que llega hasta detalles como el de impedir que los disputados y los senadores puedan realizar su trabajo sin cobrar y no se puedan limitar sus vacaciones no pudiera reconocer estos símbolos. Pero efectivamente es así. El himno ni se menciona y la bandera sólo se describe pero no se le atribuye ningún valor.
Además no me puedo creer que haya gente tan poco educada como para pitar un himno. Yo no me siento inglés, evidentemente, pero en ninguna situación, excepto estar en guerra con ellos o algo así, se me ocurriría pitar su himno y afearía la conducta de quien lo hiciera a mi lado.
Finalmente me parece de paletos tratar de cambiar la denominación de la competición de la Copa del Rey por la de Copa del Estado Español como la he visto nombrar en medios de comunicación de las regiones a donde pertenecen los equipos que disputaron la final.
Estoy de acuerdo en todo, me parece que deberiamos
ResponderEliminarpeensar un poco más en lo que nos une que en lo que nos diferencia
Me alegro de no estar solo en el mundo...
EliminarGracias por participar